Doctora en Comunicación Social y Directora del Laboratorio de Comunicación y Género de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la Universidad de La Plata.
¿Qué es el Laboratorio de Comunicación y Género?
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El Laboratorio es un
espacio de investigación de la
Facultad de Periodismo y Comunicación Social de La Plata, con distintas líneas
de trabajo, como el Observatorio de Género y proyectos de voluntariado, perteneciente
a la Secretaría
de Investigaciones Científicas de la facultad.
¿Cómo surge?
-
Surge en el año 2008 a partir de una
iniciativa de Florencia Saintout, la actual decana de la facultad, que me
propone armar este espacio a partir de una demanda de estudios de géneros.
Empezamos siendo un centro de extensión, donde trabajábamos temas como mujeres
y participación política, y así empezamos a desarrollar el primer observatorio
de género en una universidad pública
¿Cuáles son las líneas de acción?
-
El Laboratorio se
dedica a mirar no sólo las problemáticas de las mujeres, como la violencia o la
salud sexual, ya que eso es parte de los estigmas que han construido los medios
de comunicación, porque una mujer es noticia sólo cuando la matan, pero de las micro
violencias o las relaciones de poder que dan lugar a que estos hechos sucedan
no se hablan, las políticas públicas también venían siendo paliativas y no
preventivas, hasta hace algunos años atrás.
Hoy tenemos una red
de observatorios en universidades y ONG´s que lo
coordinamos
nosotros. También estamos por sacar un libro digital, producto de esta red de
observatorios, en el marco de la
Ley de Medios, que nos permita mirar como los medios abordan
los temas de género y ver que relación tienen con la violencia, porque para
nosotros el tema va mucho más allá de lo semántico, de decir: “todos y todas”, sino ver que relación
existe entre un chiste sobre el cuerpo de una mujer y un femicidio, porque en
realidad ahí está la verdadera cadena semántica de la violencia, y esa
objetización del cuerpo femenino es lo que permite que después aparezca una
chica en una bolsa de basura.
Otras líneas de
acción es la participación en charlas, más allá de las investigaciones
territoriales que tenemos en la facultad con los tesistas becarios, trabajamos
en proyectos de extensión localizados en espacios concretos.
¿Los proyectos de extensión en que se basan?
- Son trabajos en territorio para ver cuales
son los sentidos sociales en torno a determinados temas y ver como los podemos
seguir trabajando. Y también ir rompiendo con los estigmas de que el género es
sinónimo de feminismo y el feminismo es sinónimo de odiar a los varones.
¿Qué incluyen las temáticas de género?
- Yo creo que ahora estamos en condiciones de
partir desde el punto cero con las temáticas de género, porque cuando hablamos
de esto, no solo hablamos de mujeres, sino también de todos los estereotipos
con los que crecen los varones, de ser el macho proveedor, de dar amor,
contención, afecto, de no fallar, de conseguir un trabajo para siempre, en un mundo
donde el trabajo se reconfiguró y el trabajo para siempre ya no existe.
Para poder hablar
de género y diversidad, hay que hablar de que la sociedad está estructurada a
partir de la subordinación de las mujeres a los varones, esa es la condición de
existencia de la sociedad. Después, con el tiempo, la amplia diáspora de
sexualidades, que siempre existió pero que hoy están más visibilizadas, como
gays, trans, lesbianas, queer e intersex, también forman parte de esa ciudadanía de
segundo orden, no en los reconocimientos del Estado, sino en la trama de la
cultura, por eso, una cosa son los derechos que el Estado reconoce y otra cosa
es que se hagan efectivos esos derechos, y ahí deben estar los comunicadores y
comunicadoras para poder trabajar con los significados de la cultura y poder
ver que hay muchos modos de hacer familia, que la familia no es solo la que
está constituida por un hombre y una mujer, heteronormativa y hegemónica, que
esa familia también puede tener distintos roles, porque en definitiva tiene que
ver con la felicidad, con encontrar mejores modos de estar juntos y gestionar
nuestra vida.
Lo importante que
es el estudio de género y lo marginado que estuvo se puede ver en un nene que a
partir de los 2 años todo lo que proyecta tiene que ver con las condiciones de
su género y con los modelos preconstruidos.
¿Qué
son las minorías en materia de género?
- Cuando hablamos
de minorías, es porque los Estados Nacionales en Occidente han escrito sus
leyes desde un yo que enuncia y que es masculino y tutela, un ejemplo claro de
esto son las interpretaciones y debates en cuanto a las posibilidades de una
mujer de realizarse un aborto, no sólo desde una cuestión de libertad de su
cuerpo, sino del control de la sexualidad que supone que esa decisión de ser o
no madre, tiene que tener una nomenclatura en el Estado, pero tampoco este
debate se puede profundizar porque aborda uno de los mitos más grandes en
relación a la mujer que es el sinónimo de ser madres.
¿Cómo ves el panorama social y político en cuanto a
las luchas ganadas y las pendientes?
-
Yo creo que se dio
una conjunción del cambio del contexto político que permitió el reconocimiento
de derechos, porque en realidad los derechos los tenemos, pero hubo avances
normativos que hizo que los derechos de las minorías numéricas sean reconocidas
y sean parte del discurso cotidiano, pero nos falta ganar la batalla cultural,
porque todos estos avances normativos no garantizan los cambios efectivos
aunque son un gran avance.
Estas legislaciones
como la Ley de
Identidad de Género, el Matrimonio Igualitario, La Asignación Universal
por Hijo, la Ley
de Medios, son fuertes reivindicaciones de derechos pero aunque todavía falta,
esto sirvió para establecer la superficie de lo que es políticamente correcto y
unificar los modos discusivos para impedir la violencia simbólica, o sea, que
ya ningún medio va a poder decir “el
travesti”, y esto ayuda a la batalla cultural.
Cualquier
reconocimiento de derechos es un avance, pero falta conseguir que estos cambios
sean más efectivos y sostenidos en el tiempo, también es muy importante que los
lugares donde se gestiona una política pública con la temática de género sean
trabajados por personas que sepan y reconocer que no alcanza sólo con que sea
una mujer quién la lleve adelante, ya que durante años las secretarías de
género estuvieron a cargo de cualquier mujer, sin tener una especialización en
el tema, a veces llena de prejuicios y estereotipos, y eso también forma parte
de jerarquizar la problemática.
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