jueves, 24 de octubre de 2013

Vida y obra de una persona posible

Profesor en la Facultad de Bellas Artes, cercano a presentar su tesis en el Doctorado en Arte Ccontemporáneo, trabaja como escenógrafo, director de cine, performer, puestista y escritor. Edgar De Santo cuenta pedazos de su vida entre vino y mate. Con su talante directo y cariñoso, desde su pose relajada de oso orgulloso responde mails mientras habla de arte, política y sobre los desafíos del colectivo LGBTTQI. Un acercamiento a la intimidad de un artista y de una persona. 

Por Joaquin Manzanos
 


Habla de su madre. Las palabras suenan en el silencio. No son de dolor ni de tristeza, no es autocompasión. Son apenas un alegato a favor de la vida, una prueba de la capacidad del hombre de resistir los golpes, de pararse y de seguir luchando. Son las palabras de un hombre que se hizo cargo de su hija a los 22, mientras terminaba la carrera de grado luego de cuatro años y diez meses. Atrás suyo una vidriera ocupa toda una pared. Allí se exponen las tapas de algunas películas (Las trillizas de Belville, Volver, Moulin Rouge, El evangelio según San Mateo). Un afiche de su película “Andrea, un melodrama rioplatense”, protagonizada por la artivista trans Susy Shock, ocupa su espacio. En una sencilla caja de cartón tiene una docena de DVDs.

-Una chica con voz de barítono- Sin titubear De Santo sostiene que lo trans no deja de encuadrarse en un imaginario posible de la heteronorma, “chicas que buscan chicos”. Expone sus opiniones sobre la Ley de Matrimonio Igualitario, critica la institución, que reconoce como necesaria entre personas. Pero plantea que abre la posibilidad a nuevos debates. Habla de la homofobia, recuerda que en idioma mandarín, la lengua oficial en China, no existen términos que distingan entre homosexualidad y heterosexualidad.

Mira distraído una estatuilla china que reposa junto a una pintura del mismo estilo. Es una de las tantas bellezas de la casa. Un largo pasillo desemboca en un living espacioso de paredes azul marino y piano marrón brillante y oscuro. La casa está llena de candelabros, espejos y cuadros. En una pequeña biblioteca, la primera, se adivinan las obras completas de Borges, cercano al “Ser y Tiempo” de Heidegger.

-Estos son los libros que uso para hacer mi tesis doctoral, el resto están en el estudio.
La segunda está en el salón donde atiende a las visitas. Foucault, Anais Nin, Macedonio Fernández comparten un lugar de privilegio. En una mesita ratona descansa un libro bilingüe de los sonetos de Shakespeare y “El Masanvi. Las enseñanzas de Rumi”, sobre el poeta sufista persa. En el comedor (restaurado por él mismo al estilo de 1913, año en que se construyó la casa original) reposa sobre la mesa su último trabajo: un plato de porcelana pintada con una fotografía estampada en seda en el centro que retrata a Marlene Wayar, otra activista trans, enmarcado en madera, sobre fondo rojo. La porcelana está decorada con flores en tres colores, rojo, amarillo y verde en alusión a la bandera de Bolivia. No es para menos, Marlene representa a Juana Azurduy, heroína en las Guerras de Independencia en el entonces Alto Peru.


 
“Marlene Wayar(activista trans) como Juana Azurduy”

Técnica: fotografía sobre seda, bordado sobre plato de porcelana en caja roja.

Medidas: 0:30X0:30 cm.

Año de ejecución: 2013

Sus trabajos han asumido varias de las formas del arte. A los 17 años trabajaba para la Alianza Francesa, centro cultural dedicado a la enseñanza del francés. En 1984 (23 años de edad) se recibió em profesor en Artes Plásticas Orientación Escenografía. Ya en segundo año de su carrera había ganado el premio “Moliere Air France Saulo Benavente” a los mejores diez escenógrafos del país de menos de 30 años. Trabajo en la educación primaria. Desde 1987 trabaja en cine desde su primer cortometraje “Desventura de un pintor en La Plata”, incluyendo un documental sobre Nilda Eloy, en la que la ex detenida-desaparecida durante la dictadura nos cuenta su historia a través de fragmentos de la obra de teatro “Mariana Pinedo” de García Lorca. Desde el 2009 ha publicado cuatro novelas y trabajos de ficción: “El preferido”, “Casos, una rebelión argentina”, “El miedo a morir” y “Tarumba”.

Observa detenidamente su última producción cinematrográfica, Andrea. Un melodrama rioplatense desde un sillon de terciopelo rojo acomodado para observar la cortina donde mira películas con un cañón de cine. Es el salón donde recibe gente, un pequeño estudio donde trabaja en la PC. Ojea distraído la pantalla mientras defiende el kirchnerismo, “en la cuestión de género, le debemos mucho”. Habla de su hija mayor Magdalena y su hija menor Anastasia y del arte heteronormado. Prende un Phillip Morris (fuma un atado de veinte por día) y observa atento desde su mirada azul y profunda. De Santo es un hombre de 52 años, rapado, de barba tupida, corta y bigotes atusados. De contextura corpulenta, usa ropa deportiva y una cadena que se adivina en la camisa entreabierta. Sonríe divertido al hablar y cruza las piernas, se inclina hacia adelante y fuma. Junto a la bebida es su única adicción. Cuenta que conoce drogas pero que nunca consumió ninguna. Cuenta de su amiga, Ilse Fuskova, famosa militante lesbiana. Y entre historias y anécdotas pregunta:
-¿Que querés en la vida?- sonríe y cita- “Ya no seré feliz, tal vez no importa/ hay tantas otras cosas en el mundo...”

ANDREA,un melodrama rioplatense/Edgar De Santo

Una cámara borracha enfoca un cementerio en tonalidades azules roto por unas rosas rojas. Durante media hora escuchamos a Susy Shock interpelarnos con sus labios de rojo bermellón y su voz de barítono. Una muñeca de plástico con la vágina pintada y una historia de menstruación. Un abuso policial se narra con imágenes de huevos rotos contra el piso. Constantemente, a través de planos fundidos se juega con la metáfora en este “mediometraje” que interpela.

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