miércoles, 20 de noviembre de 2013

Buena vida y poca vergüenza

Actriz, escritora, cantante y docente. Con más de 30 años sobre los escenarios y más de 2600 libros vendidos, Susy Shock es una de las figuras más reconocidas y luchadoras debido a su forma de militar con su arte por la igualdad.


Por Bruno Vázquez
 
- ¿Se puede sentar Susy con ustedes? – y se acercó con su abanico a la mesa. De pronto estaba ella, junto al grabador, pero no era la estrella trans, era una persona sencilla la que estaba ahí. Susy Shock se acerca al escenario del Centro Cultural Olga Vásquez, solamente armada con un vaso de fernet en la mano izquierda y su caja bagualera en la derecha.
-Ella es mi compañera, con la que vengo y voy meta coplas y canto de aquí y allá. Tiene las huellas de los caminos. Yo le voy agregando pines de organizaciones y de militancias amigas de todo el país.
Permanece parada mientras apoya sus machetes sobre la mesa en frente suyo y comienza a recitar “Mi derecho a ser un monstruo”, uno de sus poemas mientras golpea a su compañera.

A pesar de haber nacido en Buenos Aires, dice tener una crianza provinciana: "Mi madre era tucumana y mi padre pampeano. Eran dos obreros que no terminaron el secundario, pero que tuvieron la sabiduría de conectarnos a mí y a mis dos hermanos con el arte. Siempre nos traían libros". Cuenta que desde que nació tuvo el viaje obligado a Tucumán al tener a su abuela todavía allí. Ya en su adolescencia la obligación se transformó en elección. Así empezó a mezclar su arte con el folclore, al estar en contacto con lugares como Amaicha del Valle y las copleras de los pueblos originarios.
-Hay algo que digo que a los folcloristas no les gusta mucho, y es que la Pachamama es trans, porque es todo, la unión de todo, entre lo masculino y lo femenino. Y en ese todo no sabemos qué somos, tenemos que decodificar y empezar a construir. Recuerda su primera actuación en público a los 14 años bailando folclore. "Ahí me di cuenta que quería estar allí siempre".




Ya pasaron 30 años de esa primera vez, aunque no siempre fue bajo el mismo pseudónimo. "Convertirme en Susy fue todo un proceso. Yo escribí obras, actué, tuve distintos nombres, porque vengo cambiando. Aún mis nombres masculinos siempre fueron distintos. Siempre estuve mutando, pero en realidad mi obra es siempre la misma."

Su actividad no se limita al plano artístico, sino también con la militancia: "Yo creo en el arte como vehículo del cambio social. El arte viene a alumbrar partes oscuras de la sociedad, o la parte que sea, que ande necesitando quien se encuentra con ese arte. Me ha pasado, en los 90’ por ejemplo, hacer arte y precisamente desde una búsqueda poética que no solo te dejaba sin mucho rating, sino que incluso te ponía en la vereda de enfrente de los valores reinantes y exitosos. Así que si tengo un compromiso es con esa agenda propia de un arte militante sin ese calendario, un arte que intenta mirar más allá siempre." De esta manera el arte tomó un papel fundamental en la vida de Susy: "No hay Susy sin arte. Plantita seca sería."

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